¿Cómo se difunde el conocimiento de las neurociencias en la educación?

Me envían un video de una capacitación docente. Un teatro repleto de profesionales de la educación que escuchan una charla en la que se presenta a una disertante con una serie de títulos entre los que se incluye el de neuropsicoeducadora. Con curiosidad e interés lo miro porque se trata de cómo desarrollar las funciones ejecutivas en el aula.

Intento con esta nota hacer algunas aclaraciones acerca del papel de la investigación científica y, en especial, de la que se produce en el ámbito de las neurociencias y la manera en que se difunde este conocimiento. Para empezar, los que estamos interesados en transmitir el conocimiento científico tanto a colegas en un simposio como a docentes en una capacitación explicamos métodos, citamos fuentes, mostramos resultados y discutimos qué significan esos datos en el marco de un modelo o una teoría. No importa si los interlocutores son especialistas o si estamos en una actividad de divulgación, lo presentamos de distinta manera pero el contenido tiene que ser siempre conocimiento basado en la evidencia. Un concepto debe definirse, una afirmación debe tener datos que la respalden, una cifra (o un porcentaje) debe tener un estudio o experimento que la genere y justifique. Divulgar es hacer accesible un conocimiento a un público no especializado, pero no es banalizar, no es proveer datos inexactos ni expresar a través de ciertos conceptos de la jerga científica hechos que son simplemente de sentido común.

En los últimos años, y como resultado de los avances en las técnicas de exploración cerebral y de los aportes de la psicología, las ciencias de la computación, la biología, la lingüística, la física y otras disciplinas se generaron nuevos conocimientos más específicos acerca del funcionamiento del cerebro. Estos conocimientos permiten comprender mejor la base neural de muchas habilidades cognitivas (la memoria, la atención, el lenguaje, la lectura, la planificación de acciones, entre otras). Como ejemplo, en el área de la lectura que es un campo en el que trabajo, se definieron mejor las zonas cerebrales implicadas y a partir de eso se pudo establecer más claramente qué tipo de información lingüística se procesaba en cada zona cerebral involucrada. Esta clase de conocimiento es la base para entender los mecanismos y procesos cognitivos que subyacen a la lectura pero además, nos permite interpretar algunos problemas de aprendizaje, abordarlos y pensar modos de intervención. Por esto, es interesante y necesario que llegue con rigurosidad a quienes son los especialistas en alfabetización y a quienes planifican políticas educativas. Nos referimos a conocimientos que surgen de la experiencia científica de años, y que pueden – y deben – utilizarse para comprender los procesos de enseñanza y aprendizaje y mejorar las intervenciones pedagógicas. Insisto, conocimiento basado en la evidencia.

Sin embargo, cada vez son más numerosas las publicaciones, instituciones y personas que se dedican a aplicar de manera poco sistemática y fundada estos conocimientos. Como ejemplo claro de este modo de manejar la información es que se habla de los neuromitos, ideas falsas acerca del cerebro generadas, justamente, por la difusión errónea o inexacta de algunos descubrimientos científicos (OECD, 2002). Los neuromitos son falacias generadas cuando un dato comprobado empíricamente es deformado, exagerado o extrapolado a otro contexto, como puede ser la educación.

En el video al que me referí al principio, se presentaron como verdades científicas afirmaciones que no estaban debidamente respaldadas, como por ejemplo:

Un estudio de Nueva Zelanda mostró que el 60% de lo que se le puede cambiar al cerebro es responsabilidad de los profesores.

Expresado de esta manera y en este contexto, se le otorga una legitimación de la que carece. La evidencia actual indica que la plasticidad cerebral (“lo que se puede cambiar al cerebro”) depende de una innumerable cantidad de factores (Karmilof-Smith, 2012), tantos, que es imposible decir en qué porcentajes tales cambios dependen de una variable en particular como “los profesores”. Esta afirmación, tal como está presentada, es inexacta.

Por otro lado, se utilizó el lenguaje específico de las neurociencias para hacer aseveraciones disparatadas. Este es un dispositivo muy común que se usa para revestir de “cientificidad” el discurso.

Entrenarse para lo positivo es recablear tu cerebro. Desarmar una red neural de queja y armar una red de ¡guau cuánto tenemos que agradecer!

El pensamiento repetido se convierte en un pedazo de materia gris.

Asimismo, se presentan propuestas pedagógicas sobre bases supuestamente científicas que se transforman en técnicas propias del género de autoayuda.

Para empezar a recablear tu cerebro lo primero es aceptar que esto es algo que no me hace feliz (dejar ser), el segundo es soltalo, no te critiques pero empezá a hacer algo para limpiar el stress de tu organismo (dejar ir) y el tercero es el más difícil, dejalo entrar …

Hay que acostumbrar al cerebro a desarrollar lo positivo ya que naturalmente no le pasa.

Finalmente, se proponen ejercicios para los recreos cerebrales, algo que todo docente maneja sin que se lo tiña de neurocientífico. Los chicos y chicas se cansan, dejan de atender y hay que proponerles otra tarea que corte el tedio de lo presente.  Ellos necesitan un recreo, distenderse, para justificarlo ¡no es necesario convocar a su cerebro!

Para terminar, una de las expresiones de la capacitadora fue la siguiente:

Cada uno es un escultor de su propio cerebro.(…) Yo elijo el cerebro que quiero tener.

Esta expresión, que no tiene sustento científico y solo podemos considerarla como una metáfora, ignora un problema fundamental: El contexto social en el que nacen y se desarrollan los niños y niñas. Nadie puede elegir el cerebro que quiere tener. Pero algunos mucho menos que otros.

Sin embargo, el conocimiento científico nos ofrece hoy herramientas potentes para mejorar las oportunidades de cada uno de nuestros niños y niñas de tener un desarrollo pleno. Es por eso que un trabajo en el aula sostenido, fundado en conocimientos rigurosos y encarado por educadores bien formados puede hacer una gran diferencia.

 

Dra. Virginia Jaichenco

Este artículo fue escrito para  CONVERSACIONES NECESARIAS Entre educación, cultura y política (https://conversacionesnecesarias.org/), a raíz de una serie de capacitaciones docentes que brindó el gobierno durante el año 2016 y de las que circularon videos tomados por asistentes. Los contenidos de las capacitaciones generaron intensos debates y críticas en el ámbito educativo.

 

Referencias:

Organization for Economic Cooperation and Development. (2002). Understanding the Brain: Towards a New Learning Science. Paris: OECD.
Karmiloff-Smith, A. (2012). From constructivism to neuroconstructivism: The activity-dependent structuring of the human brain. En E. Martí & C. Rodríguez (Eds.) After Piaget (pp. 1–14).

¿Es una palabra?

Con el objetivo de continuar estudiando el procesamiento lingüístico durante la lectura, hemos diseñado un experimento muy sencillo que puede realizarse desde cualquier computadora en menos de 15 minutos.

La tarea consiste en decidir lo más rápidamente posible si los ítems que aparecen en la pantalla son palabras o no lo son.

Si sos hablante nativo del español y querés participar, hacé click aquí.

Si tenés consultas, escribinos a jcarden@filo.uba.ar

¡Muchas gracias!

 

https://psicoling.com.ar/experimentos/licensing.html

Conferencia virtual «Lenguaje y cerebro»

Ciclo de Conferencias del Centro de Estudios de Hermenéutica, UNSAM

Lenguaje y cerebro. ¿Qué nos enseñan las alteraciones sobre la organización del sistema lingüístico?

Conferencia virtual

 

¿Cómo está representado el lenguaje en el cerebro? ¿Cómo se almacena el conocimiento que nos permite convertir nuestros pensamientos en señales perceptibles y, al revés, traducir señales acústicas o visuales en representaciones mentales? ¿Dónde están guardadas las palabras que aprendemos? ¿Cómo hacemos para evocarlas cuando las necesitamos? ¿Utiliza el sistema de procesamiento del lenguaje los mismos cómputos que otros sistemas cognitivos, como la música o la matemática?

La investigación sobre las alteraciones del lenguaje moldeó, durante los últimos 200 años, nuestras ideas acerca de las relaciones entre el cerebro y el lenguaje y permitió encauzar el estudio científico de estas preguntas. Hacia mediados de los años ochenta del siglo pasado, la neuropsicología cognitiva mostró que, por muy caprichosos que parezcan, los patrones de síntomas que muestran las personas con afasia son altamente sistemáticos y pueden ser interpretados en términos de la alteración selectiva de uno o varios componentes dentro de una arquitectura cognitiva universal.

Todavía hoy, cuando las técnicas de neuroimágenes permiten registrar la actividad del cerebro en pleno funcionamiento, la evidencia de la conducta de las personas con afasia sigue dándonos información crucial para comprender qué áreas o circuitos son imprescindibles para que un determinado aspecto del lenguaje o la comunicación pueda desarrollarse normalmente.

En esta charla intentaremos revisar cómo fueron cambiando nuestras ideas acerca del modo en que el cerebro procesa el lenguaje y cómo el estudio de la afasia, y otras alteraciones relacionadas, contribuyó a esas transformaciones.

 

Expositora: Dra. Yamila Sevilla

Doctora en lingüística por la Universidad de Buenos Aires. Docente en la Facultad de Filosofía y Letras de esa universidad, donde dicta la materia Neurolingüística como jefa de trabajos prácticos.

Investigadora adjunta de CONICET en el Instituto de Lingüística. Estudia las bases neurobiológicas y cognitivas de los procesos de producción y comprensión de lenguaje y de la lectura.

 

Miércoles 7 de octubre, 15 a 17 h

Para inscribirte al zoom, enviá un mail a hermeneutica@unsam.edu.ar

 

 

 

¿Te suena bien?

Durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, seguimos trabajando, aunque desde casa.

Diseñamos este breve experimento que se puede hacer desde la computadora o desde el teléfono celular. Solo tenés que leer unos textos muy sencillos y decirnos si algunas frases te suenan bien en esa situación.

¡Toma apenas cinco minutos!

Si sos hablante nativo del español y querés participar, hacé click en este enlace:
https://spellout.net/ibexexps/marisolmurujosa/RLE/experiment.html

¡Muchas gracias!
Yamila Sevilla, Marisol Murujosa

Si tenés consultas, escribinos a: marisolmurujosa@conicet.gov.ar

JUNIO – MES INTERNACIONAL DE CONCIENTIZACIÓN SOBRE LA AFASIA

¿Qué es la afasia?

La afasia es una alteración del lenguaje que afecta la capacidad de las personas para producir y comprender y que aparece como resultado de un daño en las porciones del tejido cerebral que son responsables del habla. Muchas veces viene acompañada por dificultades en la lectura y la escritura.

La afasia no afecta la inteligencia. Las personas con afasia tienen problemas de comunicación que pueden ser leves o severos, pero piensan de la misma manera en que solían hacerlo. Perder la capacidad de comunicarse tiene un enorme impacto en la vida social, laboral e incluso afectiva de estas personas.

 

¿Cuál es la causa de la afasia?

La causa más común del daño cerebral son los accidentes cerebrovasculares (ACV), pero también sucede ante un traumatismo de cráneo, un tumor cerebral o ciertas enfermedades neurológicas. Por eso, en algunos casos, ocurre repentinamente, como después de un derrame cerebral o una lesión en el cráneo. En otros casos, en cambio, puede desarrollarse lentamente a partir de un tumor cerebral o de alguna enfermedad neurológica progresiva.

Alrededor del 30% de las personas que sufren un ACV experimentan afasia. En la Argentina, unas 50.000 personas viven con esta secuela.

 

¿Todas las personas con afasia tienen las mismas dificultades?

El lenguaje es una habilidad cognitiva compleja que depende del funcionamiento adecuado de muchísimos pequeños circuitos en el cerebro. Por eso, las alteraciones pueden dar lugar a muy diferentes trastornos, de acuerdo no solo con la magnitud de la lesión sino también según qué partes del tejido se hayan dañado.

Las personas con afasia pueden presentar diferentes dificultades a la hora de hablar o de comprender el lenguaje, y en ocasiones de ambas cosas a la vez. Por ejemplo, a algunas personas les resulta difícil encontrar las palabras correctas, aunque sepan exactamente lo que quieren decir. A veces, las palabras salen, pero suenan raras o son distintas a las esperadas. Esto puede resultar muy frustrante. Encontrar, articular y ordenar una serie de palabras para transmitir una idea puede ser demasiado difícil; por eso a veces recurren a palabras sueltas y frases cortas. En general, las personas con estas dificultades pueden entender bastante bien lo que se les dice.

A otras personas, en cambio, les sucede algo muy distinto: pueden hablar de manera fluida, pero cambian algunas palabras e inventan otras, lo que hace difícil encontrarle sentido. Las personas con este tipo de afasia tienen muchas dificultades para comprender lo que se les dice y tampoco notan sus errores.

En síntesis, la afasia no es una entidad única, sino que se manifiesta con perfiles lingüísticos diferentes. A pesar de que hay aspectos comunes, porque la organización del lenguaje es muy similar en todas las personas, cada caso es singular.

 

¿Cómo se diagnostica?

Lo más común es que la neuróloga o el neurólogo que trata a quien padece una lesión cerebral sea quien primero identifique la afasia. Llevará adelante un examen de distintas capacidades perceptivas, cognitivas y motrices, y también realizará una primera evaluación del lenguaje. Ante una sospecha de afasia,  recomendará que un especialista, fonoaudióloga o fonoaudiólogo, realice  un examen integral y detallado. Una buena evaluación experta de las dificultades específicas es central, porque conocer qué aspectos se encuentran alterados y cuáles conservados permite elegir estrategias de rehabilitación más precisas y eficientes.

 

¿Cómo puede tratarse?

Las personas con afasia mejoran a través de la rehabilitación específica del lenguaje y sus capacidades comunicativas, aunque es difícil predecir cuánto se puede avanzar o cuánto tiempo tomará el tratamiento. También, el tratamiento puede ayudar ofreciendo a los y las pacientes estrategias compensatorias que les permitan resolver los desafíos de la comunicación utilizando las capacidades preservadas.

El cerebro tiene una propiedad extraordinaria, llamada neuroplasticidad, que es la que permite aprender a lo largo de toda la vida: es la propiedad de modificarse a través de la experiencia y formar nuevas conexiones. La terapia del lenguaje puede hacer uso de esta propiedad.

Lo más recomendable es comenzar el tratamiento lo antes posible, pero nunca es tarde para empezar. Es posible continuar mejorando durante años. La frecuencia y la intensidad del tratamiento son clave para lograr la mejoría.

 

¿Qué hace la investigación sobre la afasia? ¿Cómo interviene la lingüística en la investigación sobre la afasia?

Actualmente hay mucha investigación sobre la afasia. Las lingüistas y los lingüistas no tratamos a las personas con afasia desde el punto de vista clínico. Sin embargo, nuestra participación en la investigación es muy importante. La neurolingüística estudia la organización y el funcionamiento de los distintos aspectos del lenguaje en el cerebro. Investiga lo que les ocurre a las personas con afasia para entender cómo se modifica el sistema, que es común a todos los seres humanos, cuando una falla le impide funcionar normalmente.

La participación de los neurolingüistas y las neurolingüistas en la investigación sobre la afasia es importante no solo por su aporte al conocimiento básico. Conocer mucho del detalle de cómo funcionan las lenguas permite diseñar instrumentos de evaluación precisos para entender qué procesos y representaciones pueden estar dañados. Con la guía de este conocimiento, podemos contribuir en el diseño de planes de tratamiento más adecuados para cada persona en función de sus dificultades.

 

Dra. Yamila Sevilla

Dra. María Elina Sánchez

Dra. Virginia Jaichenco

 

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