8 de Octubre – Día Internacional de la Dislexia
En los comienzos del siglo XX, los pioneros del estudio de la dislexia, Morgan, Hinshelwood y Orton, la consideraban una dificultad esencialmente visual, una forma de “ceguera congénita para las palabras”, ya que creían que el sistema visual de las personas con dislexia confundía las letras. Actualmente, sin embargo, la investigación pone de relieve el rol de la decodificación fonológica: la mayoría de las niñas y los niños con dislexia parece poseer un déficit que afecta la conversión de los símbolos escritos en sonidos del habla.
La Asociación Internacional de la Dislexia la describe como un cuadro en el que predominan las dificultades en la precisión y/o fluidez para el reconocimiento de palabras y las deficiencias en la habilidad para deletrear y descifrar, y afirma que el origen de estos problemas se encuentra en el componente fonológico del lenguaje. Así pues, decodificar lo escrito está estrecha e indisolublemente vinculado con la oralidad, algo que ha sido demostrado por gran cantidad de estudios científicos tanto comportamentales como cerebrales.
En general, la dislexia sorprende como un problema inesperado: dado que los niños y las niñas no suelen tener problemas en otras áreas cognitivas, la dificultad solo se pone en evidencia al comenzar el aprendizaje de la lectura y la escritura. Entre sus consecuencias, son esperables los problemas en la comprensión lectora y con la experiencia literaria en general, así como las dificultades en el incremento del vocabulario, que se enriquece a partir de la lectura. Esto tiene un fuerte impacto en las distintas áreas curriculares, ya que los chicos y las chicas no logran acceder al material escrito que circula en el aula. Pueden aparecer también problemas en la conducta que ponen de manifiesto la frustración, la falta de comprensión de las tareas y la incomodidad por no estar alcanzando los logros que se esperan de ellos y ellas.
La detección temprana de la dislexia es fundamental. Para su diagnóstico y tratamiento es necesaria la intervención de profesionales que tengan el conocimiento y las herramientas de evaluación adecuadas. En el aula, es esencial adaptar el proceso de aprendizaje a las necesidades que requieren estos niños y niñas y es indispensable la colaboración permanente de la escuela, las y los profesionales que intervienen en el tratamiento y la familia.
Equipo de Psicolingüística y Neurolingüística
Instituto de Lingüística
Facultad de Filosofía y Letras UBA
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